Dicen que “las brujas no existen, pero que las hay, las hay”. Entonces… ¿por qué no darle un voto de confianza a la naturaleza? O, mejor dicho; ¿por qué no volver a confiar en los recursos de la abuela?
Seguramente todos tengamos algo para contar de eso que hacían nuestras abuelas: un remedio casero, una receta infalible o la fe puesta en algo que atrajera la abundancia al hogar para confiar en la idea de que nunca nos faltara nada.
En mi caso, me quedo con el recuerdo de la abuela que aseguraba que la fe mueve montañas y que para ella resultaba ser casi como sagrada la “planta de la moneda”, que era como ella la llamaba, y que a pesar de haber cambiado de casa a lo largo de su vida una que otra vez, nunca dejaba en ningún lugar esta planta a la que ella atribuía el poder de atraer el dinero y de que siempre tuviéramos lo que necesitáramos.
La planta de la que hablamos tiene realmente un nombre, se llama “Crassula Ovata”, y se le atribuyen los poderes de limpiar los ambientes, atraer la buena energía y el dinero.
Es una planta del Sur de África que también se conoce con el nombre de “jade” o “planta del dinero” y desde este continente ya trae su fama de ser proveedora de abundancia y buena fortuna.
Se la utiliza también como planta decorativa ya que se adapta muy bien a los interiores de los ambientes y cuenta con flores de color rosa y blanco muy hermosas.
Alrededor de esta planta gira una leyenda que cuenta la historia sorprendente.
Un granjero muy pobre trabajaba sin descanso, pero no lograba ver el fruto de su esfuerzo.
Caminando un día por el bosque encontró esta hermosa planta que decidió llevar a su casa, porque aparte de parecerle hermosa, sus hojas le recordaban la forma del jade, una piedra preciosa.
Cada vez que miraba esta planta que le parecía algo tan hermoso, elevaba sus plegarias a Dios rogándole la prosperidad que tanto necesitaba para él y su familia. Y cuando llegó el momento en que la fortuna estuvo de su lado no pudo dejar de pensar que esta planta maravillosa había sido un poco la intermediaria entre él y Dios para que sus deseos se cumplieran.
Esta historia de fe en la que los deseos se pueden cumplir, hizo que tradicionalmente las personas se regalaran entre sí una planta de jade como símbolo y búsqueda de la fortuna y la prosperidad.
¡Sólo es cuestión de fe!