La familia es la institución social más antigua. Ha sido objeto de estudio para la Psicología en diferentes campos de actuación, tanto desde el punto de vista educativo como en el ámbito social y clínico.
Es un componente de la estructura de la sociedad, como tal se encuentra condicionada por el sistema económico y el período histórico social y cultural en el cual se desarrolle. Funciona en forma sistémica como subsistema abierto, en interconexión con la sociedad y los otros sub-sistemas que lo componen. Debe estar integrado al menos por dos personas, que conviven en una vivienda o parte de ella y que compartan o no sus recursos o servicios. Incluye cualquier vínculo consanguíneo con independencia del grado de consanguinidad, no limitando el grado de parentesco y en ocasiones suele contemplar hijos adoptados o de otros vínculos matrimoniales.(1)
La familia es una categoría histórica, sus formas y funciones se condicionan por el carácter de las relaciones de producción, y por las relaciones sociales en su conjunto, así como también por el nivel de desarrollo cultural de la sociedad concreta. Todas las personas tienen un concepto de familia debido a que han acumulado una experiencia de vida familiar diferente.(2)
Es concebida por investigadores del tema como el ambiente donde todos los individuos aprenden a interactuar con su medio y deben recibir afecto, comprensión y apoyo, se convierte en eslabón básico del desarrollo emocional del individuo. Otros autores la consideran como la unión de dos personas que deciden vivir juntos, y desaparece como tal, cuando ambos fallecen.(2)
A través de la historia, la familia ha sufrido múltiples transformaciones, y con ello se han cambiado también sus definiciones. En la vida nómada era considerada como una agrupación de personas donde las criaturas que nacían estaban a cargo de las mujeres del grupo. Esto favorecía que la socialización, educación y cuidados de los hijos, estuvieran a cargo de la mujer. A este sistema se le llamó matriarcado. Con el desarrollo de la agricultura nació el sentimiento de propiedad y de herencia. El padre comenzó a cobrar importancia en la educación de sus hijos, aunque más en autoridad que en acción directa, a este se le conoció como patriarcado. Más tarde con el desarrollo de la revolución industrial se favorece la participación de la mujer en la vida económica de la sociedad, lo cual repercute sin lugar a dudas en la dinámica familiar.