Argentina enfrenta una de las peores sequías de su historia: casi el 55% de la superficie del territorio está afectada por la falta de lluvias o en condiciones de estrés hídrico, según un informe del Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (Sissa). Las consecuencias económicas comienzan a sentirse en varios cultivos, pero las miradas apuntan a la soja, la principal exportación del país.
“La situación actual es caótica y muy crítica y el panorama que avizoramos tampoco es alentador, sino que nos indica que tenemos que empezar a ver estrategias para poder ya afrontar una catástrofe en cuanto a lo que es la agricultura y la ganadería”, sostiene Jorge Gvozdenovich, ingeniero agrónomo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
El efecto de La Niña
La falta de lluvias se viene sintiendo desde hace años, en coincidencia con un hecho excepcional que marca la Organización Meteorológica Mundial: el episodio “triple” de La Niña, que ha abarcado tres años consecutivos y que hasta el momento solo ocurrió en tres ocasiones desde 1950.
“La continuidad que mantuvieron las condiciones de escasez hídrica desde el 2020 hasta la fecha, y su impacto sobre las reservas de agua en la región pampeana permiten definir, sin exageración alguna, a la campaña 2022/23 como la más seca en más de sesenta años”, afirman José Luis Aiello, doctor en Ciencias Meteorológicas y el consultor Alfredo Elorriaga en la Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Los cultivos afectados
La sequía afecta principalmente a la zona de Argentina más productiva en términos de agroindustria: la región pampeana, la Mesopotamia, y la zona centro norte del país.
Hasta el momento, el trigo es el cultivo más castigado por la sequía, que ha acompañado todo su ciclo productivo, y ya ha concluido su recolección.