Debe haber pocas cosas tan desesperantes como los ataques de pánico o crisis de ansiedad que sumergen a los afectados en momentos de desconcierto y angustia. ¿Alguna vez te sucedió? ¡Es agobiante!
Las crisis de angustia o ansiedad o pánico, son manifestaciones posibles de trastornos de la ansiedad. Es una crisis aguda que aparece de manera repentina y violenta que puede durar varios minutos e incluso horas.
Las personas describen una sensación de ahogo, un miedo intenso a morir o a volverse loco. Más allá de los sentimientos apremiantes que se manifiestan como la sensación de peligro o de que algo desconocido nos amenaza, quienes padecen de ataques de pánico también transitan por sensaciones físicas intensas y desagradables como:
– Palpitaciones, ritmo cardíaco acelerado.
– Temblores y escalofríos.
– Dolor en el pecho.
– Dolores de cabeza y náuseas.
– Vértigo, sentimiento de inestabilidad o de vacío, sensación de desmayo.
– Miedo a perder el control sobre sí mismo o de volverse loco.
– Miedo a morir.
– Sensación de entumecimiento u hormigueos en el cuerpo.
– Sofocos.
– Transpiración y sudor.
– Sensación de opresión.
– Hiperventilación.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una emoción provocada por una amenaza vista o vivida que queremos esquivar u olvidar.
La ansiedad es por lo tanto, una reacción a algo que nos provoca miedo y que nos conduce a comportamientos que tienen que ver con la negación o con emociones intensas en caso de confrontación. La ansiedad es un mecanismo natural que nos ayuda a defendernos y a sobrevivir. Contrariamente a otros mecanismos psicológicos, la ansiedad forma parte de nosotros desde el nacimiento.
¿Por qué entonces algunas personas sufren de crisis de ansiedad y otras no? Todos llevamos dentro el potencial necesario para desarrollar un trastorno de ansiedad. Sin embargo, no todos sufrimos de esto, ya que se necesitan de distintos factores para desarrollar este trastorno de ansiedad.
Es común que los momentos de ansiedad o los ataques de pánico aparezcan sin razón aparente. Traspasan los límites estratégicos que cada uno ha establecido para mantener sus emociones bajo control. En ciertos ámbitos profesionales, la presión de mantenerse en lo alto y no mostrar debilidades o fallas, refuerzan la aparición de las crisis de angustia y ansiedad.
Si la crisis se manifiesta como un síntoma cardíaco, no sería extraño encontrar en el entorno familiar, alguien que haya sufrido de problemas cardíacos.
Frecuentemente, las crisis de angustia o ataques de pánico, se asocian a otros problemas psicológicos como depresión, fobias, trastornos de ansiedad generales, problemas de dependencias o trastornos del comportamiento alimenticio, como anorexia, bulimia o hiperfagia (comer en exceso y sin control).
La aparición de las crisis de ansiedad hace que sea necesario el acompañamiento de un profesional de la salud, por ejemplo, un psiquiatra o un psicólogo, con el fin de trabajar no sólo las causas que desencadenan las crisis, sino también cómo controlarlas.
¿Cómo controlar un ataque de pánico?
Después de haber detectado y eventualmente, haber tratado las causas físicas, la siguiente etapa consiste en controlar las crisis de ansiedad.
1) Control del estrés.
Controlar el estrés es sin duda, una condición útil y necesaria para garantizar el éxito a largo plazo. Esto será posible sólo con la ayuda de un terapeuta.
2) Método de anticipación.
Por regla general, aconsejamos aprender métodos de anticipación y técnicas de relajación con el fin de reconocer con antelación que una crisis está por llegar y de interrumpirla antes de que se produzca.
3) Terapia cognitivo-conductual.
También puede ser útil aprender a reconocer los pensamientos negativos que se presentan y que la persona puede reconocer de manera consciente y que son las que provocan las crisis de pánico. Esto también requerirá de la ayuda de un terapeuta.
Una de las principales consecuencia de los ataques de pánico, es el miedo persistente de que vuelva a suceder. Es necesario descartar esta angustia y por el mismo motivo, el riesgo de volver a vivir esta experiencia. La relajación y la meditación son eficaces, aunque también están las opciones médicas.
Pero en caso de que el ataque de pánico llegue de manera intempestiva, podemos hacerle frente mediante el control de la respiración, métodos de “anclaje” como cerrar los puños, pensar en cosas positivas, decirse frases tranquilizadoras y concentrarse en el momento presente.
¿Cómo ayudar a una persona que está atravesando una crisis de ansiedad?
La primera vez que a alguien le sucede una cosa así, no siempre puede explicar lo que le ocurre. Si encuentras a una persona en pleno ataque de pánico, mantén la calma e intenta calmarla dándole la seguridad de que la crisis pasará y de que no se va a morir.
Es importante no agregar más ansiedad y nerviosismo a la situación, sino que debemos animar a la persona a calmarse por medio de la respiración.
Frases como “no te pongas así” o “tienes que ser fuerte”, no sólo no ayudan en nada, sino que contribuyen a generar más angustia. Nadie quiere “ponerse así”, ni puede ser fuerte en un momento de crisis.
¿Cómo saber si lo que tengo son ataques de pánico?
Tal vez a esta altura te estás preguntando si el malestar que sueles sentir es algo pasajero o si estás frente a crisis de ansiedad recurrentes.
Para saberlos responde las siguientes preguntas, pensando en situaciones ocurridas en la última semana.
– Me cuesta relajarme.
– Siento la boca seca.
– Siento que no puedo sentir emociones positivas.
– Tuve problemas para respirar.
– No sentí gran motivación para comenzar mis actividades.
– Tuve tendencia a reaccionar de manera exagerada.
– Sentí temblores en las manos.
– Siento que cada actividad me demanda mucha energía.
– Me sentí nervioso pensando en situaciones en las que podría hacer el ridículo.
– Tuve la sensación de no poder disfrutar de nada de lo que hago.
– Me di cuenta de que me agitaba sin motivo.
– Me sentí deprimido/a y triste.
– Me sentí intolerante con todo lo que me impedía hacer lo que quería hacer.
– Tuve la sensación de no valer mucho como persona.
– Me sentí muy susceptible en ciertos momentos.
– Sentí palpitaciones aun cuando no había realizado esfuerzos físicos.
– Sentí miedo sin motivo.
– Sentí que la vida no tiene sentido.
Si respondiste “SÍ” a por lo menos 13 de estas afirmaciones, es posible que hayas experimentado ansiedad o principios de ataques de pánico.
Las personas que sufren de ataques de pánico sienten que les resultará muy difícil salir de este círculo o incluso, que nunca lo lograrán. Esto no es así. Todos podemos superar este trastorno con la ayuda de profesionales capacitados y responsables.
No sientas vergüenza, ni te sientas abatido. ¡Existe solución!
¿Conoces a alguien que esté pasando por estas crisis de ansiedad? ¡No dejes de compartir!